El expresidente del Gobierno español, Felipe González, ha aceptado hacerse cargo de la defensa de los dos principales golpistas y fascistas presos en Venezuela a petición de sus familias: el ultraderechista violento Leopoldo López, encarcelado desde hace más de un año, y el jefe del último intento de golpe y magnicidio, alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, detenido el pasado 20 de febrero por agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN).
Ambos están acusados de ser los responsables del desenlace violento de las protestas del año pasado contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro, que se saldaron con más de 40 muertos en las calles.
La decisión de Felipe González obedece “al creciente deterioro de la situación de los derechos humanos en Venezuela y a la ausencia de garantías jurídicas de los acusados”, presos en la cárcel militar de Ramo Verde, a unos 30 kilómetros de Caracas. La iniciativa del político español, que formó en su momento los Escuadrones de la Muerte (GAL) que asesinaron a numerosos ciudadanos vascos, pretende también “romper el silencio que han mantenido la mayoría de los Gobiernos de América Latina ante los abusos del régimen chavista”, según el mismo González afirmara.
El propio Felipe González, quien mantiene una profunda relación con Venezuela desde los años ochenta, (fue gran amigo del ex presidente Carlos Andrés Pérez con quien realizó numerosos acuerdos comerciales bajo cuerda) expresaba el pasado domingo en una entrevista su preocupación por el actual “descenso en la defensa del funcionamiento de la democracia en América Latina” y abogaba por un “diálogo serio” entre el Gobierno y la oposición de Venezuela. “Y parte del diálogo es que no se puede detener a los representantes políticos. El presidente Maduro dice que allí no hay presos políticos sino políticos presos; yo diría que hay políticos presos por ser políticos”, afirmaba.
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