Este 24 de marzo se cumplen 15 años del inicio de los bombardeos de la OTAN en Yugoslavia. Con motivo de la fecha, dos periodistas de RT —la serbia Jelena Milincic y la estadounidense Anissa Naouai— tratan de describir los horrores de la guerra.
Durante la Operación Fuerza Aliada, que duró 78 días entre el 24 de marzo y el 10 de junio de 1999, la OTAN lanzó un total de 2.300 misiles contra 990 objetivos y 14.000 bombas sobre el territorio de Yugoslavia, un país que se desintegró tras una serie de conflictos étnicos en los años 90 y que en 1999 formaban solo las actuales Serbia y Montenegro. Sólo en la capital, Belgrado, cayeron 212 bombas.
"Se podía saber por el sonido si un avión llevaba armas a bordo o no. Conocíamos todo tipo de armas, todo tipo de bombas y de aviones. Todos nosotros nos convertimos en expertos", cuenta la corresponsal de RT Jelena Milincic, quien junto con su familia y sus amigos está entre los que vivieron los horrores de aquellos días de guerra. 15 años después viajó a Serbia junto con su compañera de trabajo, la estadounidense Anissa Naouai, para tratar de desvelar una verdad sobre aquellos sangrientos días que hasta ahora permanece oculta para muchos. Su búsqueda quedó recogida en el documental exclusivo de RT 'Зашто? ¿Por qué?'.
"Una importante ciudad europea fue sometida a un ataque aéreo y me cuesta mucho imaginar que tan solo unos pocos estadounidenses sabían lo que estaba ocurriendo. Incluso ahora, 15 años después del ataque, no creo que muchos estadounidenses sean capaces de señalar a Serbia en el mapa y explicar por qué bombardearon este país", comenta Anissa.
Estos dos meses y medio de ataques aéreos incesantes se cobraron la vida de más de 2.000 civiles, 88 niños entre ellos, y dejaron 6.000 heridos. Pero estos datos no son más que frías cifras. Detrás están las tragedias humanas y 15 años después estas heridas abiertas siguen doliendo. "Se suele pensar que con el tiempo todo se hace más leve, un hombre es capaz de olvidarse de muchas cosas insignificantes, pero de esto, no sé… no es lo mismo que cerrar un libro y decir 'es horrible'. Es imposible olvidarlo", cuenta Zoran, uno de los testigos de los bombardeos de Belgrado.
Un taxista capitalino recuerda cómo la guerra entró en su vida: "Vivo en el barrio donde cayó la primera bomba. Mi mujer estaba viendo una serie mexicana y yo estaba en la terraza. De repente, escuché una explosión y vi humo. La alarma aérea empezó a sonar solo 20 minutos más tarde".
El 12 de abril de 1999 la OTAN bombardeó un tren de pasajeros que pasaba por un puente en las cercanías de la ciudad de Niš. "Sentimos el impacto de la explosión y vimos las llamas y las chispas que salían de las ruedas del tren. Iba a tanta velocidad que se levantó medio metro por encima del suelo. No sé cómo pudimos quedarnos sobre los raíles. Oí el ruido de la explosión y salté del tren. En aquel momento la explosión hizo estallar los cristales. No vi nada más que polvo. Solo quería sobrevivir. Me eché a correr y oí acercarse los aviones de nuevo. Luego una explosión más y gritos y gemidos de la gente que pedía socorro. ¿Qué pasaría si sus civiles sufrieran lo mismo? No lo entiendo y no hay respuesta para esto. No hay excusa", cuenta uno de los pasajeros.
"Nuestro compañero se tiró del tren conmigo. Tenía mucho miedo. En aquel momento, le cayó encima una bomba y lo hizo volar en pedazos. Es algo que me atormenta: si el primer misil fue un error, ¿por qué se lanzaron otros tres después?", comenta su amigo. En el ataque fallecieron 15 personas (al menos esas fueron las que los médicos lograron identificar) y otras 44 resultaron heridas. Hasta ahora muchos pasajeros de aquel tren continúan dándose por desaparecidos.
"La televisión serbia forma parte de la máquina de matar de Milosevic igual que los militares", declaró el entonces portavoz del Pentágono, Kenneth Bacon, y el 23 de abril de 1999 misiles de crucero destrozaron la sede de la cadena RTS en Belgrado, matando a 16 trabajadores del canal, principalmente personal técnico. "Yo estaba a 10 metros de la sala de control donde impactó la bomba. Estábamos en una sala de redacción grande y entonces el marco de la puerta cayó encima de mi mesa y sobre mis piernas. Era terrible. Como si fuera un terremoto. Enseguida empezó a caer polvo por todas partes. Entonces nos dimos cuenta de que era un ataque contra nosotros… Un par de minutos antes, me estaba comiendo un pastel de manzana con un muchacho que murió", recuerda una de las empleadas de RTS por aquel entonces. La cadena volvió a emitir desde una localización secreta unas 24 horas después del ataque. En honor a las 16 víctimas mortales, frente al edificio están plantados 16 árboles.
Según Anissa, una situación así a finales del siglo XX "es algo inconcebible". "Trato de imaginar qué sensación produciría llegar al trabajo, entrar en la sala de redacción y convertirse en el objetivo de un ataque. Eso es traspasar el límite entre la guerra de información mediática y la guerra real", comenta.
Los bombardeos de la OTAN afectaron a unas 40.000 casas residenciales, más de 300 escuelas y más de 20 hospitales, entre ellos el hospital capitalino Dr. Dragiša Mišović–Dedinje. "Vivíamos en la zona de Nuevo Belgrado, en la orilla del río Sava. Cuando empezó el bombardeo, mi mujer estaba embarazada de siete meses. Estaba preparado para todo: si hubieran destruido el puente, la habría llevado en lancha. El día que mi mujer dio a luz a nuestro segundo hijo, yo estaba en el hospital con ella. Salí a la calle y me quedé a la espera de que me dijeran que todo estaba bien. De repente, oí el sonido de la bomba que se acercaba cada vez más y más en dirección al hospital. Al final pude localizarlos: mi mujer estaba llorando. Una enfermera me agarró de la mano, me llevó con ella y me enseñó a unos seis o siete bebés. Me entregó a dos bebés y me dijo: 'Venga, ayúdame a llevarlos al sótano'", cuenta un hombre que estuvo aquel día 20 de mayo de 1999 en la clínica. Según él, su segundo hijo, que nació durante aquel bombardeo, asegura que se acuerda de lo que sucedió y que en sus sueños a veces aparece en medio de una batalla.
En el ataque murieron 10 personas, la sección infantil y la de maternidad sufrieron daños. "Lo peor para mí es ver a los niños morir cuando quedan heridos tras un bombardeo. Vi a niños que se quedaron sin brazos, sin piernas, con la cabeza sangrando. Soy un profesional, pero me lo tomo muy a pecho. Es difícil superar esto", confiesa uno de los médicos que trabajaba en el lugar.
Múrino es un pueblo diminuto en el territorio del actual Montenegro. Un bombardeo de la OTAN se cobró las vidas de seis de sus vecinos, incluidos tres niños. Ocho más resultaron heridos. "La OTAN para mí no es más que la organización terrorista de EE.UU. ¡¿Por qué nos bombardearon?! No éramos un blanco militar, no hicimos nada para provocarles. Era un lugar pequeño y pacífico. Y mataron a nuestros niños", exclama el padre de Miroslav, uno de los niños muertos.
"Vivíamos en Pristina [la capital de Kosovo]. Lo que me daba más miedo eran los terroristas del Ejército de Liberación de Kosovo que operaban en esta zona. Y fui yo, yo insistí en que fueran las cuatro a Múrino. Por eso estaban allí. Dos hijas mías y dos de mi cuñada. Yo organicé el viaje y las llevé", explica el hombre, que perdió en el ataque a una de sus hijas y a su sobrina, con lágrimas en los ojos. "Las dos niñas más pequeñas estaban cerca de la escuela y las otras dos corrieron junto a Miroslav que también murió. A eso de las 21 horas, escuché por la radio que habían bombardeado Múrino y que habían muerto seis personas, incluyendo refugiados de Pristina. Y allí fue cuando me enteré. ¡¿Por qué tuvo que pasar?!", dice.
"No querían dejarme verlo. Me decían que mejor que lo recordara como era antes. Su padre fue a verlo. Pero todo lo que vio fueron pedazos. Le faltaba un trozo de la cabeza. No tenía brazos ni piernas. ¡Malditos! ¡Ni el monstruo más cruel haría tal cosa! Lo pusieron en una bolsa de plástico y la bolsa la pusieron en un ataúd, sin ropa, sin zapatos. Esto es lo que más me duele. Lo enterramos como a un animal", llora la madre de Miroslav.
"Los medios estaban tergiversándolo todo", insiste por su parte el padre del joven muerto y muestra un periódico croata de la fecha. "Miren lo distorsionada que está la información. El titular dice: 'Milošević está perdiendo entre 70 y 100 soldados diarios'. ¡Y esta foto es del funeral de Miroslav! Y escribieron que era el funeral de un soldado. Y era el funeral de nuestro hijo muerto. Pero publican estas mentiras en los periódicos croatas. Les dimos la foto y nunca pensábamos que publicarían algo así", exclama.
"¡Que el diablo se lleve a todos los de la OTAN! Mataron a tres niños hermosos y dijeron que fue un error. Los tres grandes edificios que destruyeron el 11 de septiembre fueron el castigo de Dios por lo que hicieron. Disfruté de verlo. Lamento mucho que la gente no sepa lo que ocurrió aquí. […] ¡Cuéntenles la verdad! ¡Cuenten lo que vieron! [...].
¡Malditos! ¡Sufrirán huracanes y tsunamis, estoy segura! ¡Ojalá los terroristas consiguiesen atacar la Casa Blanca!", exclama su esposa y pide que se cuente toda la verdad sobre los bombardeos de la OTAN en Yugoslavia.
"No entiendo cómo el mundo puede permitir que la OTAN ni siquiera pida perdón por todo esto", insiste la estadounidense Anissa Naouai y puntualiza que la imagen de la guerra en Yugoslavia que presentaban los medios de EE.UU. era muy diferente del retrato que hacían de ella los medios serbios.
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